Proyecto Atenas: Una experiencia de voluntariado y crecimiento personal

Entre los días 19 y 29 de julio, un grupo de 21 personas —16 jóvenes de entre 17 y 18 años, acompañadas por 6 adultas— viajó a Grecia para participar en un proyecto de voluntariado en la ciudad de Atenas. Este viaje no fue simplemente una estancia en el extranjero, sino una inmersión profunda en la cultura, la cooperación internacional y el desarrollo de habilidades personales clave para el siglo XXI.

Un voluntariado con impacto intercultural

Atenas, ciudad milenaria y vibrante capital europea, fue el escenario perfecto para este proyecto. Más allá de su historia y legado clásico, la ciudad enfrenta retos contemporáneos como la desigualdad social y la alta presencia de personas refugiadas. Las participantes, lejos de encontrarse con una pobreza estructural como la que puede haber en otros contextos, convivieron con una realidad social compleja y multicultural, generando espacios de aprendizaje, servicio y reflexión.

Competencias para la vida y el servicio

Uno de los ejes centrales del proyecto fue preparar a las voluntarias en habilidades esenciales como la flexibilidad mental, la gestión de la incertidumbre, la creatividad y la empatía cultural. A través de sesiones formativas previas, dinámicas grupales y actividades prácticas, las jóvenes aprendieron a:

  • Ajustar sus expectativas ante lo inesperado.
  • Improvisar con recursos limitados.
  • Responder desde la escucha y el respeto en contextos interculturales.
  • Cultivar el trabajo en equipo desde la confianza y la comunicación constructiva.

Frases como «es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio» (Einstein) o «la confianza crece con la lentitud de la palmera y cae con la rapidez del coco» fueron anclas reflexivas durante todo el proceso.

Una mirada hacia dentro para servir mejor hacia fuera

Uno de los aprendizajes más profundos fue entender que nuestras propias “cárceles mentales” —esas creencias limitantes que llevamos dentro— pueden ser un obstáculo si no somos conscientes de ellas. Las voluntarias aprendieron a cuestionarse, a cambiar de perspectiva, a vivir el presente y a abrirse a realidades distintas desde la empatía.

Además, se trabajó activamente el concepto de sincericidio, es decir, la sinceridad sin empatía, recordando que la comunicación asertiva debe construirse siempre desde el respeto.

Crear comunidad para transformar

El voluntariado en Atenas no solo fortaleció los lazos del grupo, sino que abrió nuevas vías de colaboración con personas y organizaciones locales. Actividades como la creación de emojis representativos del equipo, el uso de cartas Dixit para trabajar valores, y los círculos de reconocimiento ayudaron a construir un clima de cercanía, confianza y motivación.

Conclusión

El Proyecto Atenas fue mucho más que una experiencia solidaria; fue una vivencia transformadora. Las participantes regresan con una visión ampliada del mundo, una mochila llena de aprendizajes personales y una renovada disposición a construir puentes entre culturas.

Porque, al final, servir es también dejarse transformar por aquello que tocamos.